Aristóteles
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Este artículo trata sobre el filósofo. Para el nombre propio, véase Aristóteles (nombre).
Aristóteles, en griego clásico Ἀριστοτέλης Aristotélēs (Estagira, Macedonia 384 a. C. – Calcis Eubea, Grecia 322 a. C.), es uno de los más grandes filósofos de la antigüedad, de la historia de la filosofía occidental y el autor enciclopédico más portentoso que haya dado la humanidad.
Fue el creador de la lógica formal, economía, astronomía, precursor de la anatomía y la biología y un creador de la taxonomía (es considerado el padre de la zoología y la botánica). Está considerado Aristóteles (junto a Platón) como el determinante de gran parte del corpus de creencias del Pensamiento Occidental del hombre corriente (aquello que hoy denominamos "sentido común" del hombre occidental).
Creencias fundadas en conceptos y formulaciones tan importantes como crear la primera formalización lógica; la formulación del principio de no contradicción; el concepto de sustancia, entendido como sujeto, y el predicado, como categoría; y la analogía del ser, pueden ser considerados como la base sobre la que se construyó la filosofía tradicional de occidente.
Aristóteles inauguró toda una nueva visión del mundo. Demostró, o creó y, sobre todo, popularizó (según la perspectiva de donde se le vea) una serie de ideas comunes para muchas personas.
Con ello, junto con el platonismo y el cristianismo, la tradición occidental[1] perdió ciertas formas de pensamiento diferentes, como fue gran parte del pensamiento de los filósofos presocráticos y de los sofistas (muy populares en la antigua Grecia) y, de hecho, en la historia de la Metafisica, estas teorías aristotélicas se han consolidado y, a veces instalado, en forma de prejuicios filosóficos.
Nació en la ciudad de Estagira, no lejos del actual monte Athos, en la Calcídica entonces perteneciente al reino de Macedonia (la zona correspondiente a la actual Macedonia griega), fue apodado El Estagirita, y tuvo por madre a Faestis y por padre a Nicómaco.
Las tradiciones biográficas relativas a Aristóteles pueden parecer numerosas. Pero los documentos de la época son muy escasos, y no se encuentra, en las obras de Aristóteles, ninguna alusión directa a las circunstancias de su vida: incluso la «Política» parece ignorar la actividad del filósofo y, circunscribiéndose a ella, no se hubiera sabido nunca que fue el preceptor de Alejandro.
Su padre Nicómaco era médico del Rey Amintas de Macedonia, punto de partida de una larga relación entre Aristóteles y la corte real de ese reino, hecho que tuvo una importante influencia en su vida.[2]
Durante su temprana juventud Aristóteles viajó a la corte del basileus o rey Hermias de Atarneos, su suegro, junto a su condiscípulo Xenócrates.
Descendía de una familia de Asclepíades, una de las dinastías médicas que pretendían ser descendientes de Asclepios. Este origen explica simultáneamente el interés de Aristóteles por la Biología y sus relaciones con la corte de Macedonia. Se dirige a Atenas hacia el 367 ó 366, con el fin de estudiar, a los dieciocho años. En la Academia, se ha de convertir en uno de los discípulos más brillantes de Platón. Éste lo llamaba, por su afición a los estudios, «el lector».
Fue así discípulo de Platón y luego preceptor y maestro de Alejandro Magno. Antes de fallecer en Calcis en el año 322 a. C. a sus 62 años, Aristóteles se había convertido en uno de los filósofos de mayor renombre de su tiempo, durante el cual también su pensamiento científico gozó de enorme prestigio.
Su influencia, empero, fue mayor aún desde la baja Edad Media hasta el Renacimiento europeo.
En el año 335, Aristóteles funda su propia escuela en Atenas, el Liceo (denominado así por estar situado dentro de un recinto dedicado a Apolo Likeios), donde dictaba clases sobre amplios temas a sus discípulos. A los discípulos de Aristóteles se les llamó «peripatéticos» (peripatētikoi, itinerantes) porque solían recibir clases alrededor de los jardines y el paseo que rodeaban al edificio del Liceo.
Platón y Aristóteles, por Raffaello Sanzio (detalle de La escuela de Atenas, 1509).
El punto de partida fue Platón, pero pronto adoptó una actitud crítica frente a éste. No dejó de lado las enseñanzas de Platón, sino que «ató los cabos sueltos» y desarrolló las ideas de su antiguo maestro.
Para Aristóteles, la idea de participación platónica no explica la verdadera realidad de la physis (de los procesos naturales).
Aristóteles admite como Platón y Sócrates que la esencia es lo que define al ser, pero concibe la esencia como la forma (μορφη), que está unida inseparablemente a la materia y juntos constituyen el ser, que es la sustancia. La afirmación de la importancia del conocimiento sensible, del conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió posibilidades a la investigación científica.
- Heráclito y Parménides hicieron una explicación muy parcial mediante la unidad y la pluralidad.
- De Anaxágoras Aristóteles recogió la noción del noûs (la 'Inteligencia').
- De los pitagóricos valoró su dedicación por las matemáticas.
En definitiva, Aristóteles construyó un sistema filosófico propio.
Sometió a crítica la teoría de las Ideas de su maestro. Para intentar solventar las diferencias entre Heráclito y Parménides, Platón propuso la existencia de dos mundos: el Mundo sensible y el Mundo inteligible. Para Aristóteles, sólo hay un mundo, y la teoría platónica le parece absurda por varios motivos:
- Se muestra conforme con la idea de que la ciencia ha de basarse en conceptos universales, pero no encuentra explicación a por qué éstos han de estar representados en otra esfera de la realidad.
- Considera absurdo utilizar el Mundo de las Ideas; juzga que el Mundo Sensible es suficiente.
- Si las Ideas no están en las cosas mismas, no pueden ofrecer ninguna clave explicativa de éstas.
- Las Ideas son estáticas, por lo tanto, no pueden explicar el movimiento o los procesos naturales.
- Para Aristóteles, las Ideas son inmanentes a las cosas particulares y concretas, que son las que forman la verdadera realidad.
- Por último, hace una crítica del concepto de participación empleado por Platón.
Metafísica, luego de la física
Para empezar hay que recordar que Aristóteles era un hombre puramente empirista, es decir, fundamentó los conocimientos humanos en la experiencia.
Una de las primeras preocupaciones fue encontrar una explicación racional para lo que nos rodea.
- Los presocráticos se percataron de que lo que nos rodea es una realidad diversa que se halla en continua y perpetua transformación.
- Heráclito de Éfeso considera que todo se halla en perpetuo cambio y transformación; el movimiento es la ley del universo.
- Parménides, al contrario, opina que el movimiento es imposible, pues el cambio es el paso del ser al no ser o la inversa, del no ser al ser. Esto es inaceptable, ya que el no ser no existe y nada puede surgir de él.
- Platón, supone una especie de síntesis, es decir, una unión o una suma de estas dos concepciones opuestas: la de Heráclito y Parménides. Por un lado tenemos el mundo sensible, caracterizado por un proceso constante de transformación y, por el otro, tenemos el mundo abstracto y perfecto de las Ideas, caracterizado por la eternidad y la incorruptibilidad.
La búsqueda de la ciencia de lo que "es", en tanto que "algo que es" (tò òn hê òn)
En el comienzo mismo del libro IV de la Metafísica aparece formulada la conocida declaración enfática según la cual «hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen» (IV, 1003a21–22). Inmediatamente añade Aristóteles que tal ciencia «no se identifica con ninguna de las ciencias particulares».
En efecto, ninguna de las ciencias particulares se ocupa «universalmente de lo que es», sino que cada una de ellas secciona o acota una parcela de la realidad ocupándose en estudiar las propiedades pertenecientes a esa parcela previamente acotada (ib.1003a23–26).
Aristóteles propone, pues, la ontología como un proyecto de ciencia con pretensión de universalidad, aquella universalidad que parece corresponder al estudio de lo que es, en tanto que algo que es, sin más, y no en tanto que es, por ejemplo, fuego, número o línea (IV 2, 1004b6), en cuyo caso nos habríamos situado ya en la perspectiva de una ciencia particular (la física, la aritmética y la geometría, respectivamente).
La constitución de semejante ciencia tropieza inmediatamente, sin embargo, con una dificultad sustantiva y radical. Y es que la omnímoda presencia, explícita o virtual, del verbo ser (eînai) y de su participio ente (òn) en nuestro discurso acerca de la realidad no garantiza la unidad de una noción que responda, a su vez, a la unidad de un objeto susceptible de tratamiento unitario y coherente. Sin unidad de objeto no hay unidad de ciencia y sin unidad de noción no hay unidad de objeto.
Aristóteles es plenamente consciente de esta dificultad. Frente a Parménides y frente a Platón, Aristóteles reconoce la polisemia del verbo ser en sus distintos usos y aplicaciones.
Así, el capítulo siguiente (IV 2) comienza estableciendo la tesis de que «la expresión 'algo que es' se dice en muchos sentidos»: tò ón légetao pollachôs (1033a33), tesis a la cual nunca renuncia Aristóteles. Más bien, a su juicio toda reflexión acerca del lenguaje y acerca de la realidad ha de partir necesariamente de la constatación y del reconocimiento de este hecho incuestionable.
Aristóteles según un manuscrito de su Historia naturalis de 1457.
La aporía a la que se enfrenta Aristóteles, como ha señalado acertadamente Pierre Aubenque, proviene, en definitiva, del mantenimiento simultáneo de tres tesis cuya conjunción resulta abiertamente inconsciente:
- «Hay una ciencia» de lo que es, en tanto que algo que es
- Solamente puede haber unidad de ciencia si hay univocidad, «si hay unidad de género»
- La expresión «lo que es» carece de univocidad, «'lo que es' no constituye un género»
Es obvio que la conjunción de estas tesis, vistas como un conjunto, es lógicamente inviable.
Aristóteles trató de encontrar una salida que, en realidad, pasa por la matización de las dos primeras de las tesis enunciadas.
La matización de la segunda tesis es de capital importancia: Ser no comporta, desde luego, una noción unívoca, sino multívoca. No obstante puntualizará Aristóteles, su multivocidad no es tampoco la de la pura equivocidad u homonimia; entre ambos extremos está la analogía.
Entre los distintos sentidos de 'ser' y 'lo que es' existe una cierta conexión que Aristóteles compara con la conexión existente entre las distintas aplicaciones del término 'sano'.
'Sano' se dice, al menos, del organismo, del color, de la alimentación y del clima, y en cada caso se dice de un modo distinto:
- del organismo porque se da la salud
- del color porque es síntoma de salud
- de la alimentación y del clima porque, cada cual a su modo, son favorables a la salud
Pero en todos estos casos hay una cierta conexión: la referencia, en todos y cada uno de ellos, a lo mismo, a la salud.
Así ocurre, a juicio de Aristóteles, con el verbo ser y con su participio, 'lo que es', como se explica en el siguiente texto:
de unas cosas se dice que son por ser entidades (ousíai), de otras por ser afecciones de la entidad, de otras por ser un proceso hacia la entidad, o bien corrupciones o privaciones o cualidades o agentes productivos o agentes generadores ya la entidad ya de aquellas cosas que se dicen en relación con la entidad, o bien por ser negaciones ya de alguna de estas cosas ya de la entidad
Aristóteles (IV 2, 1003b6–10)
Las diversas significaciones de 'lo que es' poseen, por tanto, la unidad peculiar que adquiere una multiplicidad en virtud de su referencia común a algo uno (pròs hén), la referencia a una misma cosa (en el ámbito de lo real) y a una misma noción o significado (en el ámbito del lenguaje): referencia a la salud en el ejemplo utilizado y referencia a la entidad (ousía) en el caso de la indagación ontológica.
Semejante forma de unidad comporta, pues, un término (y una noción) fundamental que es primero y que es universal en la medida en que siempre se halla referido o supuesto en cualquier uso del verbo ser:
- «una única naturaleza» (mían tinà phýsin: 1003a34)
- un único principio (arkē)
«así también 'algo que es' se dice en muchos sentidos, pero en todos los casos en relación con un único principio»
Aristóteles (1003b5–6)
En consonancia con esta interpretación matizada de la polisemia de ser y 'lo que es', Aristóteles matiza también la segunda tesis a que más arriba nos referíamos, es decir, la tesis que solamente puede haber ciencia, unidad de ciencia, si hay univocidad, si hay unidad de género.
Aun cuando no sea genérica en sentido estricto, la unidad de referencia posibilita también la unidad de una ciencia:
«corresponde, en efecto, a una única ciencia estudiar, no solamente aquellas cosas que se denominan según un solo significado, sino también las que se denominan en relación con una sola naturaleza, pues éstas se denominan también en cierto modo, según un solo significado. Es, pues, evidente que el estudio de las cosas que son, en tanto que cosas que son, corresponde también a una sola ciencia»
Aristóteles (IV 2, 1003b12–16)
Por lo demás, y puesto que en tales casos hay siempre algo que es primero (el término común de la referencia, la entidad o ousía en nuestro caso), es lógico que la ciencia así constituida se ocupe de manera prioritaria y fundamental de aquello que es primero:
«ahora bien, en todos los casos la ciencia se ocupa fundamentalmente de lo primero, es decir, de aquello de que las demás cosas dependen y en virtud de lo cual reciben la denominación correspondiente. Por tanto, si esto es la entidad, el filósofo debe hallarse en posesión de los principios y las causas de las entidades'»
Aristóteles (ib. 1003b16–19)
Lo que es, es lo que Aristóteles denomina ousía. La palabra fue luego traducida por los romanos como «substancia» (lo sub-estante, lo que subyace, lo que sostiene). También se ha traducido como «entidad».[3]
Aristóteles distingue una substancia que llama primera, aquella que no se predica de un sujeto, ni está en un sujeto, de la substancias segundas, aquellas que se predican de las substancias primeras, tal como la especie y el género.[4]
Así: Sócrates como hombre individual es una sustancia primera, y hombre es su especie, o sea que es una sustancia segunda.
Aristóteles en un fresco
Aristóteles, reconocido como uno de los más grandes pensadores que ha habitado la Tierra, hizo varias observaciones equivocadas acerca del Universo. Instituyó un sistema geocéntrico, en el cual la Tierra se encontraba inmóvil en el centro mientras a su alrededor giraba el Sol con otros planetas. Aristóteles habló del mundo sublunar, en el cual existía la corrupción y la degeneración; y el mundo supralunar, perfecto. Esta teoría de la Tierra como centro del universo —que a su vez era considerado finito— perduró por varios siglos hasta que Copérnico en el siglo XVI cambió el concepto e introdujo una serie de paradigmas, concibiendo el Sol como centro del universo.
Aristóteles rechazó las teorías de Platón en las que decía que las ideas eran la auténtica realidad (ideas innatas) y que el mundo sensible a nuestros sentidos no era más que una copia insulsa de estas. Aristóteles al contrario de Platón, que concebía la «existencia» de dos mundos posibles o reales (algunos eruditos creen que la teoría platónica es en realidad un realismo de las Ideas o metafísico), poseía una teoría que discurría entre el mundo idealista y el mundo tangible.
Criticas a Platón y su teoría de las ideas
Aristóteles hace cuatro criticas fundamentales a la teoría de las ideas de Platón:
- Critica a los dos mundos, para Aristóteles es uno solo; al tener dos mundos se complica la explicación innecesariamente, explicando dos veces lo mismo.
- Platón no da una explicación racional, utiliza mitos y metáforas, en vez de aclarar conceptualmente.
- No hay una relación clara de causalidad. No explica como las ideas son causa de las cosas sensibles y mutables. No infiere que de una idea se derive un objeto.
- Argumento del tercer hombre; según Platón, la semejanza entre dos cosas se explica porque ambas participan de la misma idea. Según Aristóteles, se precisa un tercero para explicar la semejanza entre dos cosas, y un cuarto para explicar las tres, y así sucesivamente. Es una regresión al infinito, por lo tanto nada se explica.
Aristóteles expuso en la Política la teoría clásica de las formas de gobierno, la misma que sin grandes cambios fue retomada por diversos autores en los siglos siguientes; además estableció categorías fundamentales, en las que continuamos apoyándonos para entender la realidad política.
Para la célebre teoría de las seis formas de gobierno Aristóteles basas en el fin del régimen politico (bien común o bien particular). Los regímenes politicos que buscan el bien común (puros) se distiguen en 3 tipos:
- Si gobierna una sola persona: monarquía
- Si gobiernan pocas personas: aristocracia
- Si gobiernan muchas personas: democracia
Y las degradaciones de estos regímenes politicos se traducen en:
- La degradación de la monarquía es la tiranía
- La degradación de la aristocracia es la oligarquía
- La corrupción de la democracia es la oclocracia
Para Aristoteles, la Monarquía era el gobierno de una sola persona, la más virtuosa y noble de la polis, que buscaba el bien común de la ciudad. La aristocracia era el gobierno de unos pocos (los más virtuosos) y la republica era la mezcla entre una oligarquía (gobierno de los ricos) y una democracia (gobierno de los pobres).
También dio a estas formas de gobierno una jerarquía respecto a las demás tomando en cuenta para ello si estos gobiernos velaban por el interés común o el individual, quedando las formas de gobierno en orden de la mejor a la peor de la siguiente manera:
1. Aristocracia
2. Oligarquía
3. Democracia
4. Oclocracia
5. Monarquía
6. Tiranía.
Además de la gran importancia de esta tipología, debe prestarse, en la obra aristotélica, especial atención a sus observaciones y determinaciones (habiendo sido éstas las que ganaron el éxito histórico), ya que cada una de las seis formas de gobierno es analizada en un contexto histórico distinto, dividiendo así cada una de las seis formas en subespecies distintas una de otra pero que conservaban su esencia.
Se considera a Aristóteles como uno de los primeros biólogos, dado que se dio a la tarea de clasificar unas 500 especies de peces, entre otros animales.
La Generación espontánea es una teoría sobre el origen de la vida. Aristóteles propuso el origen espontáneo de peces e insectos a partir del rocío, la humedad y el sudor. Explicó que se originaban gracias a una interacción de fuerzas capaces de dar vida a lo que no la tenía con la materia no viva. A esta fuerza le llamó entelequia.
La teoría se mantuvo durante muchos años; en el siglo XVII Van Helmont, la estudió y perfeccionó. Tan sólo sería rebatida por los experimentos de los científicos Lazzaro Spallanzani, Francesco Redi y en última instancia Louis Pasteur.
Aristóteles sistematiza el reino vegetal dividiéndolo en dos grandes grupos:
Los comienzos de la zoología deben buscarse en la obra aristotélica, concretamente en los estudios sobre la generación y la anatomía de los animales, si bien con anterioridad ya habían existido estudiosos hindúes que influyeron poco o nada en la ciencia griega occidental. Aristóteles realizó observaciones de verdadero rigor científico acerca de la reproducción de los animales, y en anatomía sentó las bases del conocimiento sistemático del reino animal. Este autor distinguía dos grandes grupos: anaima (animales sin sangre) y enaima (animales con sangre). El primer grupo corresponde aproximadamente a los invertebrados, y el segundo, a los vertebrados.
Entre los anaima distinguía cuatro subgrupos:
- moluscos, que correspondían únicamente a los actuales cefalópodos
- malacostráceos, que comprendían la mayor parte de los crustáceos superiores
- eutoma, que incluía los gusanos y los insectos
- ostracodermos, que reunían todos los animales provistos de caparazón como bivalvos, gasterópodos, equinodermos, etc.
Los animales con sangre los dividió en:
Aristóteles llamó a estos grupos «géneros máximos», sus divisiones se llamaban «géneros», los cuales se dividían a su vez en «especies». Esta clasificación se mantuvo vigente durante la Edad Media y el Renacimiento, hasta Carlos Linneo (s. XVIII).
Aristóteles escribió dos obras sobre ética: Ética a Nicómaco, que consta de diez libros, y Ética a Eudemo, que consta de cuatro libros.
La Gran Ética probablemente no es obra suya, sino de un recopilador. Según el filósofo, toda actividad humana tiende hacia algún fin/bien. La ética de Aristóteles es una ética de bienes porque él supone que cada vez que el hombre actúa lo hace en búsqueda de un determinado bien. El bien supremo es la felicidad (véase: eudemonismo), y la felicidad es la sabiduría (el desarrollo de las virtudes, en particular la razón).
- Fin: La finalidad o motivo de una acción.
- Fin Medio o Imperfecto: Es aquel fin que se quiere por otra cosa y no por sí mismo.
- Fin Final o Perfecto: Es aquél fin que se quiere por sí mismo y no por otra cosa.
- Felicidad o eudaimonía: Es el Bien Supremo del ser humano.
La actividad contemplativa es, en efecto, la más alta de todas, puesto que la inteligencia es lo más alto de cuanto hay en nosotros, y además, la más continua, porque contemplar podemos hacerlo con mayor continuidad que otra cosa cualquiera.
Las virtudes que le interesan a Aristóteles son las virtudes del alma, y de éstas las que se refieren a la parte racional. Aristóteles divide la parte racional en dos: intelecto y voluntad. Cuando el intelecto está bien dispuesto para aquello a lo que su naturaleza apunta, es decir para el conocimiento o posesión de la verdad, decimos que dicho intelecto es virtuoso y bueno.
Las virtudes intelectuales perfeccionan al hombre en relación al conocimiento y la verdad y se adquieren mediante la instrucción.
Existen dos clases de virtudes: virtudes éticas y virtudes dianoéticas.
Ambas expresan la excelencia del hombre y su consecución produce la felicidad, ya que ésta última es "la actividad del hombre conforme a la virtud".
A través de las virtudes el hombre domina su parte irracional.
Las virtudes éticas son adquiridas a través de la costumbre o el hábito y consisten, fundamentalmente, en el dominio de la parte irracional del alma (sensitiva) y regular las relaciones entre los hombres.
Las virtudes éticas más importantes son: la fortaleza, la templanza, la justicia.
Las virtudes dianoéticas se corresponden con la parte racional del hombre, siendo, por ello, propias del intelecto (nous) o del pensamiento (nóesis).
Su origen no es innato, sino que deben ser aprendidas a través de la educación o la enseñanza.
Las principales virtudes dianoéticas son la inteligencia (sabiduría) y la prudencia.
Las virtudes morales
La templanza es el término medio entre el libertinaje y la insensibilidad. Consiste en la virtud de la moderación frente a los placeres y las penalidades.
La fortaleza es el término medio entre el miedo y la audacia.
La generosidad es un término medio en relación con el uso y posesión de los bienes. La prodigalidad es su exceso y la avaricia su defecto.
Prudencia: el hombre prudente es aquel que puede reconocer el punto medio en cada situación. Cuando uno hace algo virtuoso, la acción es buena de por sí. La prudencia no es ni ciencia ni praxis, es una virtud.
La justicia consiste en dar a cada uno lo que es debido. Hay dos clases de justicia, según Aristóteles:
- La justicia distributiva, que consiste en distribuir las ventajas y desventajas que corresponden a cada miembro de una sociedad, según su mérito.
- La justicia conmutativa, que restaura la igualdad perdida, dañada o violada, a través de una retribución o reparación regulada por un contrato.
Alejandro Magno y Aristóteles
- La Metafísica: es la ciencia más general, por ser la ciencia del ser en cuanto ser (ontología). Trata sobre la filosofía primera o la teología y es identificada por Aristóteles con la sabiduría (sofía) pura.
En su Metafísica, Aristóteles abogaba por la existencia de un ser divino, al que se describe como «Primer Motor», responsable de la unidad y significación de la naturaleza. Dios, en su calidad de ser perfecto, es por consiguiente el ejemplo al que aspiran todos los seres del mundo, ya que desean participar de la perfección. Existen además otros motores, como son los motores inteligentes de los planetas y las estrellas (Aristóteles sugería que el número de éstos era de «55 ó 47», divididos en «sublunares» y «supralunares»). No obstante, el Primer Motor o Dios, tal y como lo describe Aristóteles, no corresponde a finalidades religiosas, como han observado numerosos filósofos y teólogos posteriores. Al Primer Motor, por ejemplo, no le interesa lo que sucede en el mundo «ni tampoco es su creador». Aristóteles limitó su teología, sin embargo, a lo que él creía que la ciencia necesita y puede establecer.
- La Física: es la ciencia que trata de las substancias materiales. En la física hace un estudio de la naturaleza y el movimiento. El movimiento se define como "paso de lo que está en potencia a estar en acto", por la acción de las causas. Hay cuatro causas: formal que constituye la esencia como forma de la sustancia; material como soporte de la forma y al no tener forma es pura potencia de ser (propiamente, al no tener ninguna determinación, no es nada); eficiente, que produce el movimiento; final que dirige el movimiento hacia un fin, la perfección de la forma. Por ello la Naturaleza se explica según una teleología de la forma que tiende a la perfección de su contenido.
- En astronomía, Aristóteles propuso la existencia de un Cosmos esférico y finito que tendría a la Tierra como centro (geocentrismo). La parte central estaría compuesta por cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. En su Física, cada uno de estos elementos tiene un lugar adecuado, determinado por su peso relativo o «gravedad específica». Cada elemento se mueve, de forma natural, en línea recta —la tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le corresponde, en el que se detendrá una vez alcanzado, de lo que resulta que el movimiento terrestre siempre es lineal y siempre acaba por detenerse. Los cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita siguiendo un complejo movimiento circular, por lo que deben, conforme con la lógica, estar compuestos por un quinto elemento, que él llamaba aither ('éter'), elemento superior que no es susceptible de sufrir cualquier cambio que no sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular. La teoría aristotélica de que el movimientolineal siempre se lleva a cabo a través de un medio de resistencia es, en realidad, válida para todos los movimientos terrestres observables. Aristóteles sostenía también que los cuerpos más pesados de una materia específica caen de forma más rápida que aquellos que son más ligeros cuando sus formas son iguales, concepto equivocado que se aceptó como norma durante aproximadamente 1800 años hasta que el físico y astrónomo italiano Galileo llevó a cabo su experimento con pesos arrojados desde la torre inclinada de Pisa.
- La Antropología: Aristóteles aplicará el hilemorfismo a su concepto del hombre, que es entendido como un compuesto único formado por un alma como forma de un cuerpo, siendo su particularidad del alma humana su razón. Por ello la definición del hombre es: "El hombre es un animal racional", siguiendo el modelo de definición, que ha pasado a la historia durante siglos como modelo de definición lógica y clasificación de los seres: género más diferencia específica.
- La Ética eudemonista de Aristóteles considera que el fin que busca el hombre es la felicidad, que consiste en la vida contemplativa. La ética desemboca en la política. El organismo social de Aristóteles considera al Estado como una especie de ser natural que no surge como fruto de un pacto o acuerdo. El hombre es un animal social («zoon politikon») que desarrolla sus fines en el seno de una comunidad. La política del hombre se explica por su capacidad del lenguaje, único instrumento capaz de crear una memoria colectiva y un conjunto de leyes que diferencia lo permitido de lo prohibido.
Aristóteles creía que la libertad de elección del individuo hacía imposible un análisis preciso y completo de las cuestiones humanas, con lo que las «ciencias prácticas», como la política o la ética, se llamaban ciencias sólo por cortesía y analogía. Las limitaciones inherentes a las ciencias prácticas quedan aclaradas en los conceptos aristotélicos de naturaleza humana y autorrealización. La naturaleza humana implica, para todos, una capacidad para formar hábitos, pero los hábitos formados por un individuo en concreto dependen de la cultura y de las opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los seres humanos anhelan la «felicidad», es decir, una realización activa y comprometida de sus capacidades innatas, aunque este objetivo puede ser alcanzado por muchos caminos.
La Ética a Nicómaco es un análisis de la relación del carácter y la inteligencia con la felicidad. Aristóteles distinguía dos tipos de «virtud» o excelencia humana: moral e intelectual. La virtud moral es una expresión del carácter, producto de los hábitos que reflejan opciones repetidas. Una virtud moral siempre es el punto medio entre dos extremos menos deseables. El valor, por ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y la impetuosidad irreflexiva; la generosidad, por su parte, constituiría el punto intermedio entre el derroche y la tacañería. Las virtudes intelectuales, sin embargo, no están sujetas a estas doctrinas de punto intermedio. La ética aristotélica es una ética elitista: para él, la plena excelencia sólo puede ser alcanzada por el varón adulto y maduro perteneciente a la clase alta y no por las mujeres, los niños, los «bárbaros» (literalmente, 'balbuceantes': no griegos) o «mecánicos» asalariados (trabajadores manuales, a los cuales negaba el derecho al voto).
Como es obvio, en política es posible encontrar muchas formas de asociación humana. Decidir cuál es la más idónea dependerá de las circunstancias, como, por ejemplo, los recursos naturales, la industria, las tradiciones culturales y el grado de alfabetización de cada comunidad. Para Aristóteles, la política no era un estudio de los estados ideales en forma abstracta, sino más bien un examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades se interrelacionan en los casos reales. Así, aunque aprobaba la institución de la esclavitud, moderaba su aceptación aduciendo que los amos no debían abusar de su autoridad, ya que los intereses de amo y esclavo son los mismos. La biblioteca del Liceo contenía una colección de 158 constituciones, tanto de estados griegos como extranjeros. El propio Aristóteles escribió la Constitución de Atenas como parte de la colección, obra que estuvo perdida hasta 1890, año en que fue recuperada. Los historiadores han encontrado en este texto muy valiosos datos para reconstruir algunas fases de la historia ateniense.
- La Lógica: es la disciplina filosófica que estudia la corrección o validez de los razonamientos. En su lógica, Aristóteles distinguía entre la dialéctica y la analítica. En lógica, Aristóteles desarrolló reglas para establecer un razonamiento encadenado que, si se respetaban, no producirían nunca falsas conclusiones si la reflexión partía de premisas verdaderas (reglas de validez). En el razonamiento los nexos básicos eran los silogismos: proposiciones emparejadas que, en su conjunto, proporcionaban una nueva conclusión. En el ejemplo más famoso, «Todos los humanos son mortales» y «Todos los griegos son humanos», se llega a la conclusión válida de que «Todos los griegos son mortales». La ciencia es el resultado de construir sistemas de razonamiento más complejos. Como se ha señalado, en su lógica, Aristóteles distinguía entre la dialéctica y la analítica; para él, la dialéctica sólo comprueba las opiniones por su consistencia lógica. La analítica, por su parte, trabaja de forma deductiva a partir de principios que descansan sobre la experiencia y una observación precisa. Esto supone una ruptura deliberada con la Academia de Platón, escuela donde la dialéctica era el único método lógico válido, y tan eficaz para aplicarse en la ciencia como en la filosofía.
·
- La dialéctica analiza las opiniones a partir de su plausibilidad (su grado de aceptación por la comunidad), derivando en el examen de su verdad o falsedad.
- La analítica trabaja de forma deductiva a partir de principios que descansan sobre la experiencia y una observación precisa.
Transmisión y problemas textuales
Cabe resaltar que Aristóteles escribió dos tipos de textos: los destinados a la «publicación» fuera del Liceo o exotéricos (gr. exo 'fuera') y los utilizados como apuntes de clase o notas de conferencias, denominados esotéricos (gr. eso 'dentro'). Lastimosamente, solo conservamos los esotéricos, los cuales al ser una recopilación de sus apuntes, vuelven un poco complicada su lectura, pues faltan las explicaciones, las transiciones son abruptas, los argumentos quedan en ocasiones inacabados... leer a Aristóteles es duro, lo que explica en parte que sus textos hayan sido interpretados y comentados a lo largo de dos mil años.
Las actuales ediciones en griego siguen la establecida por Immanuel Bekker en 1831. Hay que decir que apenas conservamos un tercio de lo que Aristóteles escribió (a menudo es difícil por tanto afirmar si es o no, por ej., un pensador sistemático o aporético). Aristóteles, por ej., escribió o dirigió la redacción de 158 «Constituciones» (gr. politeiai), de las que no nos ha llegado ninguna, con excepción de la Constitución de los atenienses, cuyo papiro fue encontrado en una excavación en Egipto en un depósito de basura.
Tras su muerte, sus textos (apenas tuvo una influencia inmediata) desaparecieron durante dos siglos. Luego aparecen en Atenas y después en Roma, donde el peripatético Andrónico de Rodas (siglo I d. C.) preparó una edición. Lo que nos queda de esos textos, por tanto, está determinado por la mano que preparó esa edición. Más problemática aún es la transmisión de llamado Corpus Aristotelicum (contiene las obras de Aristóteles más las de otros autores que dicen ser Aristóteles) a lo largo de la edad media: su influencia fue mínima a lo largo de la alta edad media, dominando el platonismo hasta alrededor del siglo XII, cuando las traducciones al latín de las traducciones al árabe (y a veces al siríaco) de uno o varios originales en griego, entran en los debates escolásticos de los centros de producción cultural medievales. Solo poco a poco se van depurando los textos con traducciones de originales más fiables.
¿Cómo establecer por tanto, en los restos que nos quedan, qué textos son y cuáles no son «originales»? Esto es imposible. En los últimos decenios se ha desarrollado una técnica muy sofisticada, llamada «estilometría» (aplicada a otros autores, como Platón), que determina, mediante el cómputo y estudio estadístico de determinados elementos gramaticales, qué textos son escritos por qué mano. Pero esto no asegura que se trate de Aristóteles. Además, la edición de Andrónico de la Metafísica, por ej., puede ser más una colección de textos que una obra concebida como tal por el mismo Aristóteles (esto lo ha dicho el especialista Jonathan Barnes). Las luchas ideológicas en el seno de la Iglesia durante la edad media en torno a la interpretación de Corpus Aristotelicum (el "cuerpo" de las obras de Aristóteles con temas como el problema de la inmortalidad del alma, eternidad del mundo y demás) hacen que nos planteemos la posibilidad de modificaciones en los manuscritos.
Lo que tenemos, por tanto, es algo que puede ser cercano a las notas de un filósofo, con algunas interpolaciones y manipulaciones del texto. Buscar el autor «original» o la «obra primigenia» es una tarea utópica.
La influencia que Aristóteles ha tenido en el mundo es extraordinaria. Toda la antigüedad se hace cargo o dueña de su ingente enciclopedia. Su Metafísica será el basamento filosófico de la posteridad.
Fueron los árabes los que redescubrieron a Aristóteles y a través de ellos pasó a la filosofía escolástica.
En el Renacimiento su filosofía se ve opacada por un eclipse histórico momentáneo. Los nuevos conceptos científicos lo llevan a un segundo plano. Pero su influjo, aunque ya no en la física, seguirá vigente en el pensamiento filosófico en sentido estricto en todos los grandes pensadores, en Leibniz, en Hegel, etc.
Nada es más formador como desentrañar el sentido de sus textos, a veces abstrusos, pero siempre profundos, abarcadores e ilustrativos.
Nómina temática de la obra de Aristóteles (título de la compilación)
Como ya se ha indicado, la obras de Aristóteles que nos han llegado y que forman lo que se conoció como el Corpus aristotelicum se editan según la edición prusiana de Bekker de 1831–1836, indicando con una sigla la página, columna (a ó b) y línea del texto en esa edición. Tras esa fecha se han encontrado solo unas pocas obras más.
Se suelen usar tanto los nombres en nuestra lengua como en latín, que se dan en esta lista.
Referidos a la lógica:
- Órganon (en griego ‘instrumento‘) que por su parte comprende:
- Categoriae (o ‘Categorías’) —un libro—;
- Peri Hermeneias/De Interpretatione (‘Sobre la interpretación‘ o ‘en torno a la hermenéutica’) —un libro—;
- Analytica Priora o ‘Primeros Analíticos’ —2 libros dedicados principalmente a los silogismos—;
- Analytica Posteriora o ‘Segundos Analíticos’ —2 libros dedicados principalmente a las demostraciones—;
- Tópica —8 libros, en gran medida dedicados a la dialéctica—;
- Elenco Sofístico o ‘Refutación a los sofistas’ —un libro—;
En el Organon se añadían clásicamente la Isagoge o Introducción de Porfirio y el diálogo Protréptico o ‘Exortación a la Filosofía’ que nos ha llegado en fragmentos.
- La Física (8 libros con escritos correlativos):
- De Caelo (‘Tratado del Cielo’);
- De Generatione et Corruptione (‘De la generación y la corrupción’) —2 libros—;
- De Meteorologia;
- Parva Naturalia (‘Pequeño tratado de la naturaleza’);
- Historia Animalium (‘Historia de los animales’);
- De Partibus Animalium (‘Las partes de los animales’);
- De Motu Animalium (‘El movimiento de los animales’);
- De Coloribus (‘Sobre los colores’);
- De Audibilibus(‘Sobre las cosas de la audición’);
- Physiognomonica (‘Fisiognomónica’);
- De Mirabilibus auscultationibus (‘De las maravillas escuchadas’);
- De Plantis (‘Las plantas’);
- Problemata (‘Problemas’);
- De Lineis Insecabilibus (‘De las líneas imperceptibles’);
- Ventorum Situs (‘Los lugares de los vientos’);
- Melisos, Jenófanes y Gorgias o abreviadamente MXG;
- Metafísica (‘Tras la Física’, obras referidas principalmente a la ontología) —14 libros—;
- Referidos a la Psicología:
- De Anima (‘El alma’) —tres libros— con escritos correlativos:
- De Sensu et Sensibilibus (‘El sentido y lo del sentido’);
- Memoria et Reminiscentia (‘Memoria y reminiscencia);
- De Somno et Vigilia (‘El sueño y la vigilia’);
- De Insomnis (‘Los ensueños’);
- De Divinatione per Somnum (‘La adivinación por el sueño’);
- De Longitudine et Brevitate Vitae (‘La longitud y brevedad de la vida’)
- De Vita et Respiratione (‘La vida y respiración’);
- Atinentes a la Ética:
- Ethica Nicomachea (‘Ética Nicomaquea’ o ‘Ética para Nicómaco’) —diez libros—;
- Ethica Eudemia —seis libros—;
- Magna Ethica (‘Gran tratado de ética’);
- De Virtutibus et Vitiis Libellus (‘Librillo sobre las virtudes y los vicios’);
- Atinentes a la Estética y la Gramática:
- Ars Poetica (el ‘Arte poética’);
- Ars Rhetorica (‘El arte retórica’);
- Rhetorica o De Gryllus;
- Rhetorica ad Alexandrum (‘Retórica para Alejandro’);
- Respecto a la Política, los 8 libros agrupados bajo el nombre Política y la
- Athenaion Politeia (Constitución de los atenienses).
- Oeconomicus (Económicos)(cabe aclarar que está obra no esta escrita en su totalidad por Aristóteles).
- ↑ A veces así llamada filosofía tradicional
- ↑ Biografía de Aristóteles
- ↑ Aristóteles. Tratados de lógica. Madrid, Gredos, 1994
- ↑ Aristóteles. Categorías 2 a 11ss
- Aristóteles. Obras Completas. Madrid: Editorial Gredos. 20 títulos publicados.
- Metafísica de Aristóteles. Edición trilingüe de Valentín García Yebra. ISBN 978-84-249-2176-7.
- Poética de Aristóteles. Edición trilingüe de Valentín García Yebra. ISBN 978-84-249-1200-0.
- Acerca del Alma. ISBN 978-84-249-3518-4.
- Tratados de Lógica. Obra completa. ISBN 978-84-249-1663-3.
- Volumen I: Órganon I. ISBN 978-84-249-0232-2.
- Volumen II: Órganon II. ISBN 978-84-249-1288-8.
- Aristóteles/ Pseudo Aristóteles. Constitución de los atenienses/ Económicos. ISBN 978-84-249-0934-5.
- Ética Nicomáquea. Ética Eudemia. ISBN 978-84-249-1007-5.
- Acerca de la generación y la corrupción. Tratados de historia natural. ISBN 978-84-249-1242-0.
- Política. ISBN 978-84-249-1283-3.
- Retórica. ISBN 978-84-249-1423-3.
- Investigación sobre los animales. ISBN 978-84-249-1599-5.
- Metafísica. ISBN 978-84-249-1666-4.
- Reproducción de los animales. ISBN 978-84-249-1671-8.
- Física. ISBN 978-84-249-1676-3.
- Acerca del cielo. Meteorológicos. ISBN 978-84-249-1831-6.
- Pseudo Aristóteles/ Anónimo. Fisiognomía/ Fisiólogo. ISBN 978-84-249-2248-1.
- Aristóteles/ Euclides. Sobre las líneas indivisibles. Mecánica/ Óptica. Catóptrica. Fenómenos. ISBN 978-84-249-2265-8.
- Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales. ISBN 978-84-249-2283-2.
- Problemas. ISBN 978-84-249-2708-0.
- Fragmentos. ISBN 978-84-249-2771-4.
- — (1999). Categorías, De Interpretatione. Madrid:Tecnos. Incluye además Porfirio: Isagoge. Introducción, traducción y notas de Alfonso García Suárez, Luis M. Valdés Villanueva y Julián Velarde Lombraña.
- — (2007). El hombre de genio y la melancolía (problema XXX). Traducción de C. Serna, prólogo y notas de Jackie Pigeaud y revisión de Jaume Pòrtulas. Cuadernos del Acantilado, 23. Barcelona: El Acantilado. ISBN 978-84-96489-80-6.
- Anscombe, G. E. M. y Geach, P. T. (1961). Three Philosophers. Ithaca: Cornell University Press.
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- Bröcker, Walter (1963). Aristóteles. Santiago de Chile: Ediciones de la Universidad de Chile. Traducción de Francisco Soler Grima. Prólogo de Alberto Wagner de Reyna.
- Guthrie, William Keith Chambers (1993). Historia de la Filosofía Griega; Volumen VI: Introducción a Aristóteles. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1631-2.
- Guy, Alain (1968). Ortega y Gasset, crítico de Aristóteles. La ambigüedad del modo de pensar peripatético, juzgada por el raciovitalismo. Madrid: Editorial Espasa-Calpe. Traducción de María Luisa Pérez Torres.
- Heidegger, Martín (2002). Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles. Indicación de la situación hermenéutica. Informe Natorp. Madrid: Editorial Trotta. Trad. de Jesús Adrián Escudero. Título original: Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles (Anzeige der hermeneutischen Situation). Natorp Bericht; en la revista Dilthey Jahrbuch für Philosophie und Geschichte der Geisteswissenschaften, volumen 6, Vandenhoeck & Ruprecht, 1989, Göttingen, pp. 237-269. Edición de Hans-Ulrich Lessing.
- Marías, Julián (1980). El sentido de la filosofía en Aristóteles; en Biografía de la Filosofía. Madrid: Editorial Alianza.
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